Generalmente, la gente te llama cuando quiere algo o se siente mal. Por eso, el pasado jueves, me sentí sorprendido cuando mi amigo Marcos Izcovich llamó para ofrecerme un encuentro con un productor de cine y televisión al que, en su calidad de abogado, había asesorado en varias ocasiones. Acepté, movido más por la curiosidad que por la esperanza de poder cambiar de trabajo así que, puntual como un reloj, me presenté en las oficinas de Arboleda Producciones Audiovisuales. Éstas, ocupaban la sexta planta de una mole construida mediados los setenta, con mucho aluminio, cristales ahumados, y entrada por dos calles; una importante arteria infestada de tráfico a todas horas, y un callejón con varios pubs y contenedores donde el fin de semana se hacía insoportable el olor a vómito y orina.
Al entrar en las dependencias, me recibió la típica secretaria curvilínea de sonrisa perenne y tetas erizadas sentada frente a una pantalla de ordenador y con un exótico modelo de teléfono vintage en color rojo al lado.
- Le están esperando – me abordó nada más verme, levantándose de su cubil y conduciéndome por un pasillo enmoquetado
Pasé a un despacho de tipo minimalista, pintado en gris claro, con escasos muebles y un par de pinturas coloristas de temática abstracta e inescrutable. El suelo era de roble y el escritorio, acrílico, se aposentaba sobre una alfombra de cuero de vaca con diseños geométricos en tonos rosa, verde limón y amarillo. “Esto debe ser la modernidad” pensé, antes de estrechar las manos de mi amigo Marcos y la del productor, que bebían whisky de pie junto a la ventana. Me sirvieron otro a mí y pasamos a tomar asiento.
Frente a nosotros, encajado en un ostentoso sillón de cuero, Borja Bermejo comenzó a explayarse sobre su trayectoria profesional, sacando a relucir su mejor catálogo de obviedades y permitiéndose algunas gracias como decir que a él, en el mundillo, lo conocían como B.B. Al decir esto último arqueó las cejas y me miró, esperando alguna reacción por mi parte. Forcé una sonrisa, se dió por satisfecho y parloteó unos minutos sobre la importancia del rating antes de ir al grano.
- Marcos me comentó que sois muy amigos…
- Sí, bastante….allá en nuestro Buenos Aires natal vivíamos a tres calles de distancia pero, curiosamente, nos conocimos cenando en una parrilla argentina aquí en Madrid el mismo día en que él aterrizó en la capital…
- Qué cosas pasan ¡……..bueno, verás, como ya te habrá comentado tu amigo, nosotros producimos series, programas concurso e incluso alguna película, así que siempre estamos necesitando guionistas, porque a pesar de estar bien asentados en el mercado seguimos en expansión y queremos gente que de enfoques interesantes a nuestros productos… Marcos me pasó hace unos días algunas de las cosas que escribes y tengo que reconocer que me gusta como lo haces -dijo señalando un taco de hojas - ¿tienes algo de Borges, no?
- Sí, siete u ocho libros y un póster
- jaja no, me refiero a que los argentinos escribiendo tenéis, aparte de evidente ingenio, un cierto elitismo europeísta, un cosmopolitismo muy notorio….y eso es bueno pero, para trabajar en televisión, vas a tener que cambiarlo….nosotros buscamos algo más directo, menos sofisticado….y no te lo digo por mí, que me leí todas las novelas de Borges sino porque el público no quiere pensar sino entretenerse….es principalmente gente jóven, que hasta habla con faltas de ortografía, no entiende de historias de nazis, escritores o refugiados centroeuropeos…y que lo quiere son aventuras con piercing y problemas de alcohol, drogas y sexo prematuro….o como mucho, de puretas que no pueden pagar la hipoteca, les gustan los coches tuneados, echan un polvo los sábados y se visten en chándal para bajar a ver el partido de fútbol en el bar de debajo de casa….
Siguió con su perorata mientras yo fingía escucharle, pensando aún en las novelas de Borges que decía haber leído, conteniendo la risa y observando cómo mi amigo fruncía los labios y se miraba los zapatos para no estallar en una carcajada.
- Míra – explicó enseñándome mis escritos mientras pasaba las páginas buscando anotaciones en lápiz rojo – aquí por ejemplo, utilizas palabras como “reminiscencias”, “incertidumbre”, “agorafobia”, “misantropía”, “incongruentes”, “vicisitudes” etc. Esto está muy bien para un libro pero no para un guión televisivo….los actores jóvenes no sólo no saben lo que significan sino que, además, habría que repetir escenas hasta que aprendieran a pronunciarlas!
- Sí, por eso no hay problema – contesté mordiéndome la lengua para no echar mano de algún comentario insultante
- Bien, muy bien, eso es lo que quería oír, porque podemos sernos útil el uno al otro y esto podría ser el principio de una hermosa amistad jajaja (se rió solo) …..la Televisión es un buen lugar para ganar dinero.. – sentenció guiñándome un ojo
- Sí, eso me dijo mi tarotista
- ¿Vas a una tarotista? – preguntó tras dar un respingo y añadió entusiasmado– me tienes que dar la dirección, porque yo voy a una muy buena pero está en Barcelona
Asentí con la cabeza y él se incorporó para servir otra ronda de whiskyes. Ya no hablamos más del asunto hasta que, al despedirnos, me estrechó la mano y concluyó:
- Entonces te lo piensas y me contestas en un par de días, vale?
- Claro, no te preocupes que te llamo
- Consúltalo con tu tarotista
Lo miré a los ojos y me di cuenta que decía en serio. Ya me quedaban pocas dudas que la industria televisiva estaba en mano de tarados hiperactivos y supersticiosos, iluminados con patologías ególatras y cultura lacustre (llena de lagunas) a los que el éxito económico sonreía en base a la perpetuar la expansión de perversas conductas. Pero bueno, pagaban bien, yo era Aries con ascendente Capricornio y la secretaria volvió a sonreirme al pasar.
Quizás, después de todo, aquél podía ser un buen sitio.....